LOS TREINTA Y TRES ORIENTALES

LOS TREINTA Y TRES.


1. Eran altas horas, cuando las proas, surcando la canal, enderezaron hacia una ensenada que hacía más tenebroso el bosque de “talas y moles”.

2. Esa ensenada forma una curva sensible rematada en dos ligeros recodos, y que da acceso hasta la orilla sólo a embarcaciones pequeñas.

3. En este sitio del Arenal Grande, arriaron vela los gánguiles y tomaron tierra los invasores.

4. Apartadas las embarcaciones de la ribera por el peligro de tumbarse o de varar en las dunas, el desembarco fue penoso, con el agua a la cintura.

5. Hinchada la pobre lona por brisas propicias zarpó la chalana del puerto de Buenos Aires el día 5; y arribando a una playita solitaria que nadie visitaba, la de una isleta semi-anegadiza, apostadero de tigres, llamada Brazo largo por su angostura, desembarcó su contingente.

6. Los compañeros que debieron seguirlos sin demora, habían sufrido contrariedades serias.

7. Al fin lograron reunirse en grupos, en sitios desiertos de la orilla. Embarcáronse y se entregaron a las ondas.

8. Fue así como después de rudas vicisitudes en todo lo ancho del río, los expedicionarios se reunieron a los que aguardaban en la isleta.

9. Este reencuentro tan deseado, afianzó  en tan esforzados varones el pacto de su arrojo con la suerte.

10. Los que llegaban y habían sido el tema de hondas ansiedades, eran Juan Antonio Lavalleja, jefe de la invasión; Manuel Oribe, segundo en el mando; Pablo Zufriategui, Santiago Gadea, Manuel Freire, Basilio Araújo, Jacinto Trápani, Simón del Pino, Manuel Meléndez, Gregorio Sanabria, Pantaleón Artigas, oficiales; Andrés Spíkerman, cadete; Juan Spíkerman y Andrés Areguatí, sargentos; Celedonio Rojas, cabo primero; Soldados: Joaquín Artigas, José Leguisamo, Avelino Miranda, Dionisio Oribe y Felipe Carapé.

11. Sus compañeros los guiaron al sitio oculto en que ardían dos fogones rodeados de asadores improvisados con ramas gruesas, y circulaba el mate. El lugar era aparente, circuido de vegetación arbórea por todos lados, de manera que hubiese sido difícil descubrir desde el río resplandor alguno.

12. Diseñábase en el cielo, los primeros albores del día 19.

13. Estrechóse fila en el acto, terciadas las carabinas y desnudos los aceros. Pasóse lista con rapidez, resultando treinta y tres hombres, de jefe a soldado.

14. Lavalleja recorrió la fila con el sable en la diestra, y en la izquierda desplegada una bandera que tenía en su centro una inscripción de grandes caracteres.

15. En aquella bandera desplegada por Lavalleja, estaba el símbolo de ese esfuerzo: a su visita, los brazos se levantaron.

16. El jefe invasor sacudió el paño con firme mano y señalándolo con la punta de su acero, resumió una breve arenga con ese grito de pujante brío:

17. ¡Libertad o muerte!

18. Treinta y dos voces lo repitieron, tendidos los sables, deshecha la fila por una conmoción profunda, puesta por algunos en tierra la rodilla y sellado por otros el suelo con el labio; y por un momento, el eco formidable, al devolver lejano el juramento, pareció ruido de cadenas que se trozaban con estrépito.

19. No pudo echarse diana; más la diana de redención se escuchaba en todos los espíritus.

20. El sol nacía y resurgía la vida en el bosque, estremecido por el marcial rumor.

Eduardo Acevedo Díaz.